La Real Federación Española de Beisbol y Sofbol publicó hace semanas un artículo muy interesante acerca de la historia del Sofbol en España.
La historia del béisbol está ampliamente documentada. Son muchos los historiadores profesionales y amateurs que han recopilado evolución, nombres, hitos y cifras de uno de los deportes más populares del mundo. Y no solo en el ámbito de la cuna de este deporte, EEUU, sino también en el de nuestro país gracias al trabajo de Julio Pernas y su colección “Strike”, a buen seguro el más detallado y documentado de todo el béisbol europeo.
Pero no se puede decir lo mismo en el caso del sófbol en general, del sófbol femenino en particular y aún menos del sófbol femenino en España. No es fácil encontrar referencias a la historia de este deporte más allá de cinco párrafos repetidos hasta la saciedad, es por eso que esta colección de artículos intentará modestamente saldar esta deuda.
El sófbol cuenta con decenas de millones de jugadoras y jugadores repartidos en más de 100 países de todo el mundo, en sus diferentes categorías y modalidades, y a pesar de ello sigue siendo un deporte al que se le cierra las puertas del mainstream y del gran público. Los motivos son variados, aunque el principal sigue siendo que a pesar de tener practicantes tanto masculinos como femeninos desde su inicio, actualmente es prominentemente femenino, por motivos que iremos desgranando a lo largo de esta historia. Y es de sobras conocido el poco apoyo que el deporte femenino tiene por lo general. Un hecho delatador: mientras escribo estas líneas el corrector del word me subraya en rojo la palabra sófbol (y sus variantes) mientras que béisbol sí aparece como aceptada.
No ayuda a su expansión que el sófbol sea considerado erróneamente por algunos como el hermano pequeño del béisbol. Tampoco lo hace que mantenga un nombre erróneo desde que se bautizara como softball que hace que los neófitos vean a este deporte como la versión edulcorada del béisbol. Nada más lejos de la realidad.
El sófbol es un deporte duro, rápido, de reflejos, de habilidad, requiere mucho esfuerzo y entrenamiento. La bola suave que le dio el nombre en los años 30 ha pasado a ser una bola dura, lanzada a gran velocidad a una distancia muy corta. Los errores defensivos se pagan muy caros debido a la corta distancia de las bases y la habilidad en el robo lo hace un deporte trepidante y dinámico. Un infield más pequeño implica que la bola llega con más potencia a la defensora y obliga a actuar con más rapidez. El bateo es muy complicado, la corta distancia entre pitcher y bateadora hace que tenga muy poco tiempo, un cuarto de segundo en algunos casos, para decidir el swing. Grandes bateadores de béisbol como Babe Ruth o Albert Pujols han sido incapaces de conectar una bola que viene en el sentido “antinatural” de abajo a arriba. Así que aquellos que aún defienden que es la versión suave del béisbol que pasen por el cajón de bateo y prueben de batear ante unas lanzadoras cuyos movimientos al lanzar, con más tiempos que el béisbol, requieren de una curva de aprendizaje más larga y compleja.
El sófbol nace por casualidad en un gimnasio de Chicago
Pero apartemos de momento el eterno debate del bate y vamos a conocer por qué hoy en día podemos estar comparando ambos deportes. El sófbol nació el Jueves 24 de Noviembre de 1887, día de Acción de Gracias, en el clásico anual de fútbol americano entre Harvard y Yale celebrado ese año en el gimnasio del Farragut Boat Club de Chicago, el día de Acción de Gracias. Su nacimiento no tiene nada de épico ni de calculado, fue fruto de una bendita casualidad. Yale ganó la contienda 18-7 y un seguidor de Harvard no acabó de tomárselo del todo bien y acabó lanzando un guante de boxeo a la grada donde se concentraba la afición de Harvard. El seguidor del equipo ganador que recibió el “guantazo” tuvo los reflejos suficientes para reaccionar, una de las característica que formarán parte del ADN del sófbol desde entonces, y bateó el guante con un palo que tenía a mano devolviendo el guante pugilístico por encima de la cabeza del antideportivo fan de Yale. Un periodista del Chicago Board of Trade, George Hancock, vio el incidente y exclamó “Let’s Play Ball!”. Ató el guante de boxeo con sus propios cordones, cogió un palo de escoba, pintó un diamante de tiza en el suelo y allí nació el primer partido del entonces llamado “baseball Indoor”, el más antiguo precedente del sófbol actual. El marcador de ese primer partido fue de 41-40, se jugó durante varias horas defendido sin guantes de béisbol o sófbol, al ser uno de boxeo acolchado el sustituto de la bola.
La buena aceptación de este primer conato de partido dio alas a Hancok para repetirlo y evolucionarlo y a los pocos días ya había fabricado una bola grande y simétrica, de unas 17 pulgadas, y un bate de goma de pequeño tamaño para batearla por el terreno ya permanentemente pintado en el gimnasio de Farragut. La visión del periodista acreditado como el inventor del sófbol era la de dar la oportunidad a los jugadores de béisbol de mantenerse activos en invierno, y organizó varios partidos pero pronto el “Indoor Baseball” se volvió tan popular en Chicago que la gente lo trasladó al exterior pasando a llamarse “Indoor-Outdoor” obligando a Hancock a formalizar las primeras reglas del juego en 1889.
El crecimiento de las ciudades favorecen el del sófbol
En Chicago se daban las circunstancias idóneas para la expansión del sófbol. El béisbol seguía siendo el deporte dominante en Estados Unidos a finales del siglo XIX, pero el paisaje bucólico que favorecía su práctica estaba desapareciendo. Este deporte que se originó en las colonias Americanas como un híbrido de dos juegos británicos como son el cricket y el rounders, se concibió para ser disputado en vastos terrenos de hierba. Los primeros partidos, como el organizado en los 1840s en los Campos Elisios de New Jersey, se disputaban en grandes espacios al aire libre sin ni siquiera disponer de límites físicos en el outfield. Estos campos aptos para la práctica del béisbol fueron desapareciendo a la par que las grande ciudades americanas se iban expandiendo y fueron engullidos por fábricas y barrios residenciales. La transformación de Chicago en metrópolis fue particularmente rápida debido a la expansión del tren, que hizo de esta ciudad agrícola el puente comercial entre el Oeste y el Nordeste. En 1890 la población era de 1.1 millones de habitantes mientras que a principios de los 1860s era de 100.000. Este nuevo paisaje urbano obligó a buscar nuevas formas de entretenimiento que se adaptaran a esta nueva realidad y bajo estas circunstancias fue donde el sófbol cogió fuerza, al ser fácilmente adaptable y evocaba un juego popular y aceptado como el béisbol. Era rápido y de menos duración que el béisbol, lo que hizo que se popularizara entre los trabajadores de las fábricas que disponían de poco tiempo de descanso.
Eso mismo pensó Lewis Rober para sus compañeros del cuerpo de bomberos al organizar partidos de sófbol en un parking abandonado adyacente al Parque Nº 19 de Minneapolis. El tamaño de la bola era de 12 pulgadas, tamaño que prevaleció respecto a la de Chicago, de donde sí se mantuvo la distancia entre bases. Este juego fue llamado Kitten Ball, por el nombre del primer equipo que lo disputó, The Kittens. Pronto se expandió entre otros parques de bomberos y se crearon diversas ligas de un deporte que aún no tenía un nombre común ni definitivo, llamándose entre otros Lemon Ball, Diamond Ball, Mush Ball, Big Ball, Town Ball, Pumpkin Ball o Playground Ball. Rober publicó su libro de reglas en 1906, Hancock tenía las suyas, y el deporte, sea cual fuere su nombre, se iba expandiendo por el Norte y Medio Oeste, llegando a Nueva York donde se jugaba incluso sobre nieve. El nuevo deporte había incluso traspasado la frontera llegando a disputarse el primer partido en Toronto en 1897.
La necesidad de unificar las reglas
Hancock publicó una nueva versión de las reglas del que seguía llamando Indoor Baseball, pero eran muy vagas y no se distribuyó mucho, con lo que cada equipo jugaba con sus propias interpretaciones, distancia entre bases y tamaño de bola. Cada estado había evolucionado de manera distinta, en alguno incluso se permitía correr las bases en ambos sentidos, con lo que los partidos interestatales se complicaban al no llegar a un acuerdo con las normas.
Era necesario unificar reglas y dotar a este deporte de un nombre, y se tuvo que esperar a 1926 para que esto sucediera. La YMCA (Young Men’s Christian Association) ayudó a estandarizar el juego con un set de reglas más concreto y le dieron el nombre de softball, que se expandió rápido por Estados Unidos. ¿Y qué pintaba un grupo católico como el YMCA en todo esto? Esta asociación cristiana tenía mucha influencia en los deportes americanos y su apuesta por el sófbol se debía a que era una buena alternativa al béisbol, que como varios deportes profesionales de los años 20 estaba relacionado con prácticas pecaminosas como beber en exceso y las apuestas, motivo por el que también fomentaron el baloncesto y el voleibol a EEUU.
La YMCA junto a la American Physical Education Association y otras asociaciones recreativas limitaron el tamaño de la bola a dos, la de 12” y la de 14” de circunferencia y redujeron a siete los innings de un partido, para asegurar que no se alargaran mucho. Con estas normas el sófbol se regulaba y se legitimaba, mientras las fábricas veían en este deporte la manera de mantener a sus trabajadores activos y entretenidos.
Después del crash del 29 el sófbol ofreció a los nuevos parados una manera barata de pasar el tiempo y las ciudades organizaron campeonatos con la intención de evitar alborotos. Como un partido de sófbol requería casi la mitad de espacio que uno de béisbol se disputaban varios partidos simultáneos en los parques.
Los primeros torneos
En 1933 se celebró el primer torneo nacional, como parte de la Feria Mundial de Chicago. Aunque se celebró en plena Gran Depresión, con un 40% de desempleo en la ciudad, millones de personas la visitaron. Se disputó con una bola de 14” y en él participaron dieciséis equipos masculinos y ocho femeninos, contando con un total de público entre todos los partidos de 350.000 asistentes. El éxito de la organización indujo la formación de la Amateur Softball Association (ASA).
En 1935 participaron equipos de 35 estados, 41 en 1936. Cincuenta años después de su invención el sófbol por fin cogía forma, era un deporte organizado, reglado y debía ser tomado en serio. Fueron unos cuantos los jugadores que fueron a parar al sófbol provenientes de otros deportes como el baloncesto. A finales de los años 30 decenas de miles de equipos competitivos de sófbol se habían formado en Estados Unidos, incluso la Casa Blanca tenía el suyo propio.
El despegue definitivo del fastpitch
A medida que el sófbol se volvía más competitivo la bola de 12”, más rápida, se convirtió en la estándar, obligando a que la mecánica del lanzamiento fuera más avanzada. Al ser la bola más pequeña permitía más tipos de lanzamientos, con la de tamaño más grande al estilo del guante de boxeo simplemente se podía pitchear para que el bateador la contactara, al estilo slowpitch, que se relegó a niños y veteranos. El fastpitch se instauró como su forma más extendida y competitiva. Se lanzaba a menos velocidad que en el béisbol, pero la distancia entre lanzador y bateador era unos nueve metros más corta, lo que hacía que el jugador al bate tuviera poco tiempo de reacción. El lanzamiento por debajo ofrecía a los pitchers una amplia variedad de pitcheos donde elegir y hacía que fuera menos cansado para los brazos del lanzador o lanzadora que el béisbol, lo que le permitía pitchear el partido entero, también debido a que los partidos eran más cortos. Como consecuencia los pitchers de sófbol dominaban los partidos y se hacían imprescindibles.
Los bateadores de fastpich tenían una ventaja respecto a sus colegas del béisbol en el corrido de bases debido a la menor distancia entre ellas. El toque se convirtió en una parte muy importante en la estrategia ofensiva de los equipos mientras que en el béisbol significaba sacrificar al bateador que lo realizaba para avanzar a un compañero ya en base. El robo de base también se convirtió en una importante arma ofensiva a partir de mediados de los años 30, cuando el pitcheo mejoró y se dictaron normas en favor de la ofensiva. Hasta entonces no se permitía abandonar la base hasta que la bola no llegaba a home pero con las nuevas normativas se pudo empezar a correr cuando la bola salía de la mano de quien estaba lanzando.
Los terrenos de juego abandonaron los parkings y parques para formar parte de completas instalaciones, con marcadores y luz. Era más fácil iluminar un campo de sófbol que uno de béisbol, por las dimensiones de ambos. Surgieron equipos cada vez más competitivos pero a su vez la proliferación de los equipos de pequeñas comunidades ayudaron al crecimiento del deporte.
Asistir a un partido era mucho más barato que ir al cine o ver un partido de béisbol profesional, pues los costes de organización eran por lo general menores. Cuantos más fans asistían a los partidos más equipos se iban formando. Por ejemplo en Portland, Oregon, que tenía catorce ligas de sófbol, los seguidores podían obtener un carnet de temporada por solo 25 céntimos, asequible para una población empobrecida con necesidad de entretenerse y olvidarse por un rato de los problemas. En 1938 la ciudad estimaba que por cada jugador de béisbol había tres de sófbol, con lo que pasó a ser un deporte nacional.
¿Y qué papel jugaron las mujeres en esta eclosión del sófbol? ¿En qué momento entraron a formar parte de él?
Lo descubriremos en el próximo capítulo de esta historia.
Bibliografía:
“Fastpitch: The Untold History of Softball and the Women Who Made the Game” (Erica Westly, 2016)
Internet:
Softball started in Minessota… or did it? (star Tribunte, 2017)
National Softball Tournament, Chicagology
Real Federacion Española de Beisbol y Sofbol